Fuí a Tecnópolis con mi nieta. La muestra es impresionante, la cantidad de gente tremenda, la atención de los numerosos chicos y chicas entrenados para guiar y ayudar al visitante excelente. Hubo un pero, sin embargo y es absolutamente personal. Como es obvio, uso una silla de ruedas. Muchos visitantes estaban en igual situación. Y no hay rampas seguras que permitan ingresar a los stands: hay que sortear una subida de ripio, piedra gruesa, poceada e imposible de pasar con el artefacto. Tal vez, con un poco más de tiempo, se pueda dar solución a esta dificultad.
El día no estuvo perdido. El primer stand mostró la maravilla de las comunicaciones, con un documental magnífico y que impresionó a mi acompañante, preadolescente y nacida en la era digital. Los artistas al aire libre, la alegría, las propuestas variadas, la tecnología, ciencia y arte como propuesta de un futuro que parece muy cercano.
Este es mi país, el que quiero para mis nietas.
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